LA SUPREMACÍA
DEL DIOS DE ABRAHAM
EN LA HISTORIA
DE LAS NACIONES
1) los dos extremos del Plan
de Redención
En Isaías 51:2 se nos invita a mirar hacia el origen de la ejecución del plan de Dios/Elohim para redención de las naciones. Y se dice:
“Mirad a Abraham, vuestro padre,
y a Sara, que os dio a luz;
porque cuando no era más que uno solo,
lo llamé, lo bendije y lo multipliqué”.
Allí comenzó todo: Dios/Elohim eligió a una persona, Abraham, “lo llamó, lo bendijo, y lo multiplicó” para obtener una descendencia bendita en medio de un mundo ajeno a Él, que ya había sido juzgado por el Diluvio y que se encaminaba de nuevo hacia la perdición. Y en Génesis 22:18 está la promesa que condicionó toda la historia:
"En tu simiente serán benditas
todas las naciones de la tierra,
por cuanto obedeciste a mi voz".
Habría entonces una descendencia de Abraham mediante la cual se ejecutaría el Propósito de bendición - y luego redención - de las naciones. Y esta bendición/redención tenía un fundamento:
"...por cuanto has hecho esto
y no me has rehusado a tu hijo,
tu único hijo, de cierto te bendeciré
y multiplicaré tu descendencia
como las estrellas del cielo
y como la arena que está
a la orilla del mar..."
(versículos 16-17)
En donde el propuesto sacrificio de Isaac prefiguraba proféticamente al Hijo que habría de ser dado a los hombres en la "plenitud de los tiempos". ¿Sabría Abraham, cuando se dirigía hacia el monte Moriá llevando a su hijo, que de su obediencia a este extraño petitorio divino pendía la redención de las naciones?. Seguramente todo su ser estaba sumido en confusión, nada parecía tener sentido. ¡Isaac había sido una promesa de YaHVéH largamente esperada! Pero sabía, en medio de tanta confusión, que debía de obedecer a YaHVéH, que era un Dios/Elohim Justo y Misericordioso, y que de algún modo todo tendría sentido al final (Hebreos 11:19). ¡Y obedeció, y así se abrieron los cielos a favor de los hombres! Y para que estuviera claro - a quienes vendrían después - que la infinita prole prometida a Abraham - “como las estrellas del cielo y las arena de la orilla del mar” - era obra de Su divina intervención, YaHVéH la trajo a la luz desde el vientre de una mujer infértil ¡ya envejecida! – esto es: doblemente estéril - : Sara.
Y de ese vientre infecundo hecho fértil por intervención del Altísimo - luego de haber esperado "contra toda esperanza" - vino Isaac. Y de este vino luego Jacob/Israel - el patriarca de las doce tribus de ISRAEL - de donde procede la inmensa descendencia de Abraham que se derramó por todo el planeta. Y en Gálatas 3:7 nos enteramos que es de esta superabundante y milagrosa prole que provenimos los creyentes en la Simiente perfecta de Abraham que es Jesucristo
/YeshuaHamashiaj:
“Sabed, por tanto,
que los que tienen fe,
estos son hijos de Abraham”
y también:
"si vosotros sois de Cristo,
ciertamente descendientes de Abraham sois,
y herederos según la promesa".
(Gálatas 3:29)
aunque los creyentes somos solo un “remanente” electo – un resto - de esa superabundante prole de Abraham derramada por el mundo (Romanos 9:27, 11:5).
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Vayamos ahora al otro extremo: en el Salmo 47:9-10 tenemos el final de la obra que comenzó con la elección y la obediencia de Abraham. Leamos esta impresionante declaración:
“Los príncipes de los pueblos se reunieron
como pueblo del Dios de Abraham,
porque de Dios son los escudos de la tierra.
¡Él es muy enaltecido!
Salmo 47:9-10
Este es el clímax: en el otro extremo de la historia, en el final del plan de redención, se ha establecido la primacía absoluta de la descendencia de Abraham y de “su Dios”. Vemos que los pueblos se reunieron “como” pueblo del Dios de Abraham. Éste y su descendencia son la referencia excluyente en toda la tierra: las naciones obedecen a YaHVéH. Los “escudos de la tierra", es decir, los poderes políticos del mundo, ya son del Dios Altísimo. Del Dios de aquel que fue declarado “justo” y padre de los justos por obrar con fe (Habacuc 2:4). La descendencia de Abraham ha tomado la primacía y el Propósito de adquirir una población fiel en toda la tierra, para Su alabanza, ya ha sido alcanzado. ¡Aleluya! (nota 1)
2) la simiente de Abraham
escondida en las naciones.
Pero en esta grandiosa declaración del Salmo 47 hay cosas que precisan ser explicadas con mas detenimiento. Ya hemos resaltado otras veces que la promesa de descendencia a Abraham no era para la formación de una sola nación, sino de muchas: de "reyes y naciones". Recordemos en forma sinóptica esa catarata de promesas que sigue el curso de la simiente de Abraham en la historia y es la espina dorsal de la profecía mesiánica:
A Abraham: “Te multiplicaré en gran manera, y de ti saldrán naciones y reyes” (Génesis 17:6); a Sara: “... y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos nacerán de ella" (Génesis 17:16); a Jacob cuando cambió su nombre a ISRAEL ("Dios Lucha"): “... una nación y un conjunto de naciones saldrán de ti, y reyes saldrán de tus entrañas” (Génesis35:11); a Jacob: “...te multiplicaré, y te pondré por estirpe de naciones...” (Génesis 48:4).
Todas estas rotundas afirmaciones indican sin lugar a dudas que la prole de Abraham, Isaac y Jacob – y de José - engendraría reyes y naciones a escala planetaria, NO una sola nación en "Canaan"/"Palestina" como generalmente creemos. Y como la bendición/redención de YaHVéH a las naciones se manifiesta a través de Abraham, todas estas naciones surgidas de su descendencia serían naciones incluidas en Su Propósito. Con ellas se conformó la trama principal de la historia y se obró en ella para el cumplimiento final de ese Propósito establecido desde antes de la fundación del mundo (nota 2). Recordemos que la parte final de la promesa a Abraham - luego de su prueba de obediencia que abrió los cielos - dice así:
"tu descendencia se adueñará
de las puertas de sus enemigos"
(Génesis 22:17)
lo que se confirma en la bendición de Isaac a Jacob:
"Sírvante pueblos
y las naciones se inclinen delante de ti."
(Génesis 27:29)
quiere decir que la descendencia de Abraham sería una que dejaría huella allí donde fuera.
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Miremos a vuelo de pájaro los pueblos de la tierra en busca de huellas identificables de esa descendencia de Abraham esparcido por el mundo (aunque recordemos siempre que esta “mezclada”, no viviendo – salvo casos específicos – separada de las naciones) - : en África negra muchos pueblos afirman que descienden de Judá o Israel y se han hecho estudios de ADN que hacen probable esta tradición. Y en el norte de África pueblos como los bere-bere parecen tener credenciales de descendencia de los “hijos de Israel”/”casa de Israel”. En China muchos conglomerados se dicen descendientes de Manasés. Japón manifiesta muchas señales también que lo vinculan a esa descendencia multitudinaria. En India – al oeste y el noreste - hay poblaciones que afirman su procedencia israelita incluyendo los ancestros de los “gitanos”. Los pasthun - la nobleza afgana - afirman ser descendientes de Benjamín. Los indios de Norteamérica parecen repetir ritos israelitas y hay quienes afirman que son el ramal mas extremo de la migración mundial de los “hijos de Israel”. La nobleza europea está emparentada entre sí y se puede seguir su ascendencia israelita hasta los godos/germanos /escitas/sakas. Y la zaga de este ramal occidental de los “hijos e Israel”/”casa de Israel” que impactó el hoy subcontinente europeo se puede seguir también identificando las migraciones de el grupo principal de los “cimerios”/galos/celtas. Ambos pueblos: “cimerios/celtas” y “escitas”/ ”germanos” se refieren a los “hijos de Israel” - como hemos mencionado en otro lado - ya que estos fueron llamados “hijos de Omri” por sus captores asirios, de donde proviene “kimris” y luego “cimerios”. Y los “escitas” fueron conocidos como “sakas” que por su vez proviene de “sukah” y esto significa “pueblos que habitan en tiendas”, en cumplimento de Oseas 12:9 en donde YaHVéH profetiza a los prósperos y apóstatas israelitas del norte que se habían enriquecido en medio de un comercio corrupto: “aun te haré morar en tiendas”.
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Y “cimerios” y “escitas” eran pueblos extremadamente belicosos que emigraron a partir del siglo V A.C. los primeros, y a partir del siglo II los segundos, de las llanuras transcaucásicas para cubrir todo el centro europeo la costa atlántica y las “islas” británicas (nota 3). Y con la caída del Imperio Romano avanzaron hacia el sur cubriendo así todo el territorio de lo que sería Europa, el subcontinente que ahora tiene una bandera con “doce” estrellas.
Y a estos belicosos empedernidos fueron los apóstoles siguiendo instrucciones especificas de su Maestro resucitado (Mateo 10:5-7). Y muy pronto – tomando en cuenta la escala de los tiempos históricos - se convirtieron en la "cuna del cristianismo", el manantial mundial de aquellos que confiesan el nombre de Jesucristo – Mesías de Israel traducido al griego que era la única lengua extranjera que ellos entendían – sobre todo nombre.
Y la fe en el Mesías de Israel predicado en griego y luego en latín, y luego en las lenguas vernáculas se expandió por toda la tierra, conquistando continentes y subcontinentes. Eran las “buenas noticias” de que un Reino y un Rey se había acercado a sus “súbditos” desterrados que se habían ido lejos (Daniel 9:7). Y esta “buena noticia” que incluía el renacimiento para una nueva vida – una vida eterna – también fue anunciada con un nombre griego: “evangelio”. Esta fue la misión apostólica mundial, seguida de la obra misionera de las “iglesias de Cristo”. Y estemos seguros que la gigantesca obra misionera que fue complemento de la misión apostólica - llena de imperfecciones - fue perfeccionada por Dios/Elohim en los cielos (Hechos 12:22-23).
De modo que la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob - y de José - realmente cubrió toda la tierra en una entretejido difícil de “probar” definitivamente en la historia secular – es un misterio de Dios/Elohim solo visible a los santos - pero fácil de discernir leyendo señales evidentes a partir de un concepto de la historia fundado en la Biblia, sin distorsiones - y a veces disparates - humanos. Teniendo esto en mente adquiere significado Mateo 8:11, en donde se lee una afirmación asombrosa de nuestro Señor:
“Os digo que vendrán muchos
del oriente y del occidente,
y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob
en el reino de los cielos”
Mateo 8:11
Estos que vendrán "de oriente y de occidente" a compartir la mesa del Reino de los Cielos - el reino mesiánico - son la descendencia de Abraham repartida por el mundo - o mejor, un remanente santo de ella lavado por la sangre del Cordero - que volverá a Sión al fin de los días para ingresaren el mundo venidero/athid lavó.
3) la simiente de Abraham
revelada en las naciones.
Un día no lejano veremos la manifestación en las naciones de la simiente redimida de Abraham, Isaac y Jacob: el ISRAEL DE DIOS. Leamos pasajes sobre esta manifestación gloriosa:
“La descendencia de ellos será
conocida entre las naciones
y sus renuevos en medio de los pueblos.
Todos los que los vean reconocerán
que son un linaje bendito de YaHVéH”
(Isaías 61:9)
Y también:
“Porque se acordó de su santa palabra
dada a Abraham su siervo,
y sacó a su pueblo con alegría,
y a sus escogidos con gritos de júbilo.
También les dio las tierras de las naciones,
y poseyeron el fruto del trabajo de los pueblos,
a fin de que guardaran sus estatutos,
Observaran sus leyes. ¡Aleluya!”
Salmo 105:42-45
Y Sofonías 3:20:
"En aquel tiempo yo os traeré;
en aquel tiempo os reuniré,
y os daré renombre y fama
entre todos los pueblos de la tierra,
cuando levante vuestro cautiverio
ante vuestros propios ojos,
dice YaHVéH".
Y Jeremías 31:7:
“Regocijaos en Jacob con alegría;
dad voces de júbilo a la cabeza de naciones.
¡Haced oír, alabad y decid:
"Salva, YaHVéH, a tu pueblo”.
el resto de Israel”
¡Cuantas experiencias esperan a los creyentes, la descendencia redimida de Abraham! Serán vistos por las naciones como "linaje bendito" recogido de todas las naciones de la tierra. En Apocalipsis 5:9, hablando del Cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo, se dice:
"... con tu sangre nos has redimido para Dios,
de todo linaje, lengua, pueblo y nación"
Tendrán "renombre y fama", serán "la cabeza de las naciones", y del mismo modo que los israelitas cautivos en Egipto “despojaron” pacíficamente, debido al terror que produjo en ellos YaHVéH, a los egipcios (Éxodo 12:36), los israelitas “cautivos” en las naciones las "despojarán". ¡Y tendrán una herencia planetaria! Pero serán un pueblo manso que "se deleitará en la abundancia de paz" (Salmo 37:11).
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Estos son hechos portentosos que no cuadran con doctrinas humanas. Santas paradojas del Dios cuyos caminos son tan altos "como el cielo lo es de la tierra" con respecto a los designios humanos. “De Él son los escudos de la tierra”, dice la Palabra. Cuando veamos al edificio de las Naciones Unidas rodeado de banderas sepamos que este no es lugar definitivo de reunión de todos los poderes de la tierra, ni es tampoco la organización que traerá paz y justicia al mundo. El lugar a donde pertenecen todas las banderas y escudos de la tierra es Sión: el “reino de los cielos”/”Reino de Dios”/”Tabernáculo de David de nuevo levantado”. Y Quien reinará sobre los escudos de las naciones será YaHVéH, el Dios de Abraham, Isaac, Jacob, José y la descendencia de ellos que reciba por fe el evangelio de Jesucristo/Yeshuahamashiaj en su corazón. De Él dice el Salmo 76:2-3:
“Su templo está sobre
el monte Sión, en Jerusalem;
allí rompió las armas de guerra:
escudos, espadas, arcos y flechas”.
¡Que hermoso mensaje de Paz! ¿Alguien más puede garantizarla hoy? Éste será "YaHVéH Justicia Nuestra", la Simiente perfecta de Abraham, el Hijo de Dios, el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec de los que vivimos por fe, a Quien se llama en Apocalipsis 1:5: "...el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra".
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