el exilio de Juda y la promesa de restauración del Tabernáculo de David



El otro exilio, el del "Reino de Judá", tiene una historia mas conocida. Cuando se declaran los juicios sobre el Reino del Norte - bajo el reinado de Jeroboam II - la Palabra afirma que todavía los "judíos" caminaban con rectitud delante de YaHVéH (Oseas 1.7; 11:12). Pero unos años mas tarde cayeron también en apostasía y "Judá" se hizo merecedor de un juicio similar al de sus hermanos del norte. Así, en el año 587 A.C., el emperador babilonio Nabucodonosor captura Jerusalem y los judíos son llevados en cautividad a Babilonia. Sin embargo, a diferencia del exilio del "Reino del Israel", este exilio babilonio de Judá no sería sin memoria ni retorno. Por lo contrario los judíos conservarían sus costumbres y su identidad nacional y el anhelo de retorno a su patria y a Jerusalem. Y cuando ese retorno se hizo efectivo 70 años después los judíos - ya purificados de sus idolatrías - aparecieron ante los ojos del mundo como los únicos celosos guardianes de los oráculos de YaHVéH y de la identidad de ISRAEL, cuya rama mas populosa – la “casa de Israel” - permanecería oculta entre las naciones hasta estos días.


Pero si bien YaHVéH mantuvo un testigo histórico visible de su pueblo santo los traumas de la división (930 A.C.) y la mutilación (722 A,C,) del paradigmático reino davitico habían quedado sin resolución. Y la profecía comienza a hacer referencia a un Rey de la descendencia de David – el “Hijo de David” - que traería un Reino al final de la historia que cumpliría esa demanda pendiente de reunificación de “todo Israel”. Esto es lo que se llama proféticamente: “la restauración del Tabernáculo caído de David” (Amos 9:11, Hechos 15:16-18) que equivale al “Reino de los Cielos” de los evangelios.



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Tomado del libro:
"Estruendo en las naciones"