LOS TRES
MOTIVOS DE ALEGRÍA
QUE ANUNCIÓ JESÚS
EN LA CENA
DE PASCUA(Y QUE LOS DISCÍPULOS
NO COMPRENDIERON)



“Salí del Padre
y he venido al mundo;
otra vez dejo el mundo
y regreso al Padre”.
Juan 16:28



El evangelio de Juan relata la oración e intensas palabras de Jesús/Yeshua poco antes de su pasión. Allí leemos tres motivos de alegría que los discípulos deberían de tener a pesar de los momentos difíciles que se aproximaban. El primero esta en Juan 14:28:


“Si de veras me amaran,
se habrían alegrado al saber que voy al Padre,
porque él es más que yo.
(Juan 14:28)


Aquí había una recriminación que era mas bien un llamado a una meditación que sus discípulos no podían hacer todavía: Ellos no entendían claramente – as pesar de habérselo oído una y otra vez - la deidad del Hijo, su unión con el Padre, y su anhelo de volver a encontrarse con Él.

Dice Filipenses 2:6-8 refiriéndose a Jesus/Yeshua:


“Él, siendo en forma de Dios,
no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo,
tomó la forma de siervo
y se hizo semejante a los hombres.

Mas aún, hallándose en la condición
de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte,
y muerte de cruz.
(Filipenses 2:6-8)


Es natural que Quien ha soportado tal desgarrador despojamiento – al cual somos casi siempre insensibles por ser incomprensible para nuestra naturaleza carnal - ansiara el momento de su retorno al seno del Padre con Quien había estado desde el principio de todo, antes de la fundación del mundo (Juan 1:1-2). Y sabia que era vísperas del despojamiento mayor – abisal - cuando recibiría sobre Si mismo el insoportable peso del pecado del mundo, que le partió el corazón aun antes de que los sofocos y calambres mortales de la cruz hubieran llegado a su fin.

En Juan 17:5-7 se habla de Su anhelo de retorno a esa Gloria primera
:

“Ahora pues, Padre,
glorifícame tú al lado tuyo,
con aquella gloria que tuve contigo
antes que el mundo existiera.

»He manifestado tu nombre a los hombres
que del mundo me diste; tuyos eran,
y me los diste, y han guardado tu palabra.
Ahora han conocido que todas las cosas
que me has dado proceden de ti"


Y los discípulos no discernían ese angustiaste anhelo de su Amigo. La alegría que para Él suponía la anunciada partida que hubiera querido evitar de cualquier modo si a su alcance estuviera.


***


El segundo motivo de alegría esta en Juan 16:5-7:


“Pero ahora me voy para estar
con el que me ha enviado,
y ninguno de ustedes me pregunta a dónde voy;
al contrario, se han puesto muy tristes
porque les he dicho estas cosas.
Pero les digo la verdad: es mejor para ustedes
que yo me vaya. Porque si no me voy,
el Defensor (nota 1) no vendrá para estar con ustedes;
pero si me voy, yo se lo enviaré.
(Juan 16:5-7)


Los discípulos no podían comprender todavía que la partida de su Maestro redundaría en un mayor beneficio: era preciso que Él partiera para que el Espíritu viniera a habitar en ellos – decía el Maestro. Sería necesario esperar hasta Pentecostés, cuando como un viento recio descendió poder de lo Alto y quienes habían sido huidizos y acomplejados se volverían un grupo desafiante lleno de coraje y de Verdad.

En Juan 14:16:20 el Maestro les dice el superior entendimiento tendrían al recibir el Espíritu:


“... yo le pediré al Padre que les mande
otro Defensor, el Espíritu de la verdad,
para que esté siempre con ustedes.
Los que son del mundo no lo pueden recibir,
porque no lo ven ni lo conocen;
pero ustedes lo conocen,
porque él permanece con ustedes
y estará en ustedes...En aquel día,
ustedes se darán cuenta de que yo
estoy en mi Padre, y ustedes están en mí,
y yo en ustedes”.


Es decir si Él partía – explica – sus discípulos recibirían el Espíritu que les daría comunión con el Padre y el Hijo a la vez y siempre estaría con ellos. Algo muy por encima de los limites del judaísmo y que ellos no podían todavía entender. Además no tendrían que seguir ansiosamente los pasos del Maestro y estrecharse uno contra otro para escuchar sus Palabras, porque “... el Espíritu Santo que el Padre va a enviar en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho (Juan 14:26).

La situación se volvería entonces muchisimo mejor a la de ese angustioso momento cercado de trampas, limitaciones y peligros. Y por eso deberían de alegrarse:.

La partida anunciada – entonces - era mejor para el Maestro porque se reuniría con su Padre con Quien había estado desde le principio, y era mejor para los discípulos porque tendrían comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, todos los días y a toda hora. Pero nada de esto era percibido todavía por los discípulos.



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El tercer motivo de alergia para superar la tristeza evidente que embargaba los discípulos se relata en Juan 16:20-23:


“Les aseguro que ustedes llorarán y estarán tristes, mientras que la gente del mundo se alegrará. Sin embargo, aunque ustedes estén tristes, su tristeza se convertirá en alegría. Cuando una mujer va a dar a luz, se aflige porque le ha llegado la hora; pero después que nace la criatura, se olvida del dolor a causa de la alegría de que haya nacido un hombre en el mundo. Así también, ustedes se afligen ahora; pero yo volveré a verlos, y entonces su corazón se llenará de alegría, una alegría que nadie les podrá quitar”.


Este anuncio es la culminación de los anteriores. Su fruto necesario. Y Jesús/Yeshua no se refería a su resurrección, por transformador que fuera ese momento. Eso fue un tiempo muy pequeño, de fugaces encuentros y aún los discípulos no habían recibido el Espíritu. Si se quiere roza ese momento pero se refiere a algo mucho mas grandioso y permanente. Mucho mas pleno de entendimiento y gozo: a su reencuentro en el Reino venidero:


“Aquel día, ustedes le pedirán en mi nombre;
y no digo que yo voy a rogar por ustedes al Padre,
porque el Padre mismo los ama.
Los ama porque ustedes me aman a mí,
y porque han creído que yo he venido de Dios".


“Aquel día” siempre se refiere al beatifico estado final al que apunta toda la profecía. Se refiere al destino de los redimidos cuando el Señor los venga a buscar al final de los siglos. Y estos son todos los que creyeron la palabra del evangelio no solo de parte de los apóstoles, sino del ministerio continuado de las iglesias de Cristo.

En la cena pascual Jesús/Yeshua había declarado”.


“ -¡Cuánto he querido celebrar con ustedes esta cena de Pascua antes de mi muerte! Porque les digo que no la celebraré de nuevo hasta que se cumpla en el reino de Dios”. (Lucas 22:15-16)


En cierto modo la celebración de la cena del Señor hoy y siempre tiene dos direcciones: recuerda hacia atrás el sacrificio del cuerpo y la donación de la sangre del Cordero de Dios por los cuales somos hecho libres del pecado y de la muerte, esto lo sabemos. Pero también anuncia hacia delante el momento del anhelado reencuentro en el Reino - las cenas y las bodas del Cordero - que donde los elegidos se volverán a reencontrar con su Maestro – esta vez revestidos de gloria - y en donde recibirán la herencia de los redimidos, Esta es Sion llena de gloria, morada de Dios con los hombres, ¿recordamos estos dos significados de la cena en estos días?. El Señor los subrayó con sus palabras. Veamos:


“ Entonces tomó en sus manos una copa y, habiendo dado gracias a Dios, dijo: - Tomen esto y repártanlo entre ustedes; porque les digo que no volveré a beber del producto de la vid, hasta que venga el reino de Dios. (Lucas 22:17-18)


aquí se anuncia el Reino venidero.

Y luego dijo:


- Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama (Lucas 22:20)


aquí se anuncia la cruz (nota 2).


La cena que es preámbulo de la pasión y recordatorio de ella anuncia entonces hacia atrás y hacia delante. Hacia nuestra justificación en la cruz y hacia nuestra herencia en donde moraremos con “YaHVéH Justicia Nuestra”. La vida del creyente siempre oscila entre el misterio de la cruz y la esperanza del Reino. Sin estas dos cosas no es cristianismo.


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Tiempo después de estos anuncios de regocijo futuro dirigidos a discípulos que no encontraban lugar para la alegría, escuchamos a Pedro, ya ungido por el Espíritu, predicar con vigor en el pórtico del Templo:


“ ...pero Dios cumplió de este modo lo que antes había anunciado por medio de todos sus profetas: que su Mesías tenía que morir. Por eso, vuélvanse ustedes a Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados y ... les mande tiempos de alivio, enviándoles a Jesús, a quien desde el principio había escogido como Mesías para ustedes. Aunque por ahora Jesucristo debe permanecer en el cielo hasta que Dios ponga en orden todas las cosas, como dijo por medio de sus santos profetas que vivieron en los tiempos antiguos”. (Hechos 3:18-21)


Las dudas e incertezas habían desaparecido de sus gestos y sus palabras. Una luz de lo Alto iluminaba a quien antes se precipitaba, tropezaba con su entendimiento y parecía que no daba la talla para guiar a los fieles. Ahora mostraba una perfecta comprensión de todo el consejo de Dios/Elohim. Tanto la necesidad de la “muerte de cruz” que él había “desaconsejado” en Cesarea a su Maestro, como la certeza del refrigerio venidero, en el tiempo de restauración de todas las cosas – esto es, el Reino de Dios o la restauración del Tabernáculo de David - cuando el Mesías escogido desde antes de la fundación del mundo vendrá a su pueblo, el remanente santo recogido “de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo” (Marcos 13:27)


Es esta renovada perspectiva de Pedro la que debe iluminar la pasión de nuestro Señor Jesucristo para así inundarnos de la perfecta alegría que Él preparó para nosotros:


"Ahora voy a donde tú estás;
pero digo estas cosas mientras estoy en el mundo,
para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría
que yo tengo”.
( Juan 17:13)

Amen y amen


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Nota 1) la versión “Cristo para Ti” traduce “Defensor” en donde en la mayoría leemos “Consolador”.

Nota 2) y también anuncia el Nuevo Pacto sellado con la sangre preciosa del Cordero, que sustituye al antiguo sellado por sangre de becerros (Exodo 24:8).