El Mesías de las doce tribus de ISRAEL.


SE HA DICHO que Jesús/Yeshua dirigió en principio su mensaje a los judíos – palabra que se supone sinónimo de israelita aunque no le es – de quienes declaro ser el Mesías/Rey/Libertador anunciado por Moisés y los profetas. Y se esperaba en esos días de ese Rey milenario que los libertara en forma milagrosa e inmediata de la opresión romana. Y cuando el comportamiento de Jesús/ Yeshua mostró que en nada se acomodaba a esa anhelante imagen que de Él se hacían los judíos entonces estos rechazaron sus credenciales mesiánicas, lo acusaron de impostor y volcaron hacia Él su furia condenándolo a muerte y persiguiendo luego a sus discípulos. Entonces – se nos dice en las iglesias – debido a esta persecución de los judíos a los cristianos, el anuncio que era para ellos se redirigió a los “gentiles”. ¿Pero que significa esto en realidad? ¿de quien los “gentiles” precisaban ser liberados? ¿como el Libertador del pueblo de ISRAEL sería funcional a la “liberación” de los “gentiles”? Algunos nos dirán que los “gentiles” debían de ser libertados del poder del pecado, y sin duda es así, pero el título de Mesías de ISRAEL incluía - en el amplio sentido del término - una dimensión política especifica dirigida a la descendencia de Abraham difícil de conciliar con los “gentiles” que nunca habían reconocido como suyo al Dios/Elohim de ISRAEL. El Rey de reyes y Señor de señores, que sería titular de un Reino mundial, venía para la descendencia de Abraham ¿cómo conciliar esto con un mensaje a los gentiles? Por eso la afirmación de que el anuncio del Mesías de ISRAEL se redirigió a los “gentiles”- sin mas explicaciones - instala una gran incongruencia en la Palabra ya que el Dios de ISRAEL después de profetizar que nunca olvidaría a su pueblo (Isaías 49:15) terminaría cambiándolo por los que “no son su pueblo”. Y esto pone en entredicho la integridad y carácter del Dios/Elohim de la Biblia y de su Palabra revelada.

En efecto, en el AT se nos revela a un Dios que hace un Pacto solemne con Abraham y su descendencia. Y que mas tarde libera a la descendencia de Jacob del cautiverio egipcio con señales y portentos para convertirla en Su pueblo electo al que le dicta leyes y estatutos que la convierten en nación separada de entre todas las naciones, es decir: santa. Y los tratos – acuerdos y desavenencias - de YaHVéH con esta nación electa preñada de las promesas a Abraham ocupan el resto del AT. Luego hay un intermedio de 400 años - en la mayoría de las Biblias - y el relato se retoma a propósito del extraordinario evento de la manifestación del que se dice Mesías de ISRAEL, nacido de una virgen en una pequeña aldea de Judá, llamada Belén Efrata. Y este Niño extraordinario toma como nombre: Jesús/Yeshua: “Salvación”.

Cuando este Niño crece y da comienzo a su ministerio habla con autoridad palabras nunca escuchadas y realiza obras portentosas – milagros –. Y cuando lo sella lo hace con un sacrificio expiatorio por los pecados de la descendencia de Abraham (Lucas 1:54-55; 2:10). Y por fin resucita de entre los muertos “al tercer día” y abre el camino a todos los que crean en su Nombre hacia la vida eterna. Y establece un Nuevo Pacto sellado con Su sangre que es el fundamento de su iglesia, esto es, el pueblo multinacional y multiétnico de los que creen en su Nombre. Y Jesús/Yeshua, que se autoproclama Mesías de ISRAEL y por tanto Hijo de Dios, manda a sus enviados/apóstoles una cosa extraña: ir a predicar esla llegada del Rey de ISRAEL fuera de las fronteras de ISRAEL: Ir a anunciar el Reino a todos los pueblos y naciones y a “toda criatura” que encontraran en su camino ¿no debía de guardar estas cosas solo para la descendencia de Abraham? Y así el apóstol Pablo por ejemplo va a predicar en las sinagogas de las naciones pero en ellas es rechazado con violencia una y otra vez. Y entonces “se vuelve” a los gentiles (Hechos 28:28) que es lo que se le había ordenado desde el principio. Y - ¡oh paradoja! - entre los gentiles el evangelio crece con fuerza y manifestaciones de poder y se extiende por toda la faz de la tierra, aunque bajo duras persecuciones. Es que la Novedad que anunciaba hizo temblar tanto la religión establecida de ISRAEL – el judaísmo - como la de los gentiles, que, en el caso de los imperio romano, era el Estado mismo con su “dios” emperador a la cabeza.

Rechazado entonces el cristianismo naciente por las autoridades de los judíos y por las autoridades romanas los creyentes de la nueva fe no encontraba un lugar apacible en donde vivir y dar culto al Resucitado. ¿Pero qué es lo que manifestaba en el plano religioso y en el plano político global la nueva fe – el cristianismo - que tanto irritaba a los poderes establecidos en ISRAEL y fuera de ella? Veamos las cosas desde otro perfil para ver si encontramos respuestas:

El Mesías de ISRAEL – el Hijo de Dios/Elohim hecho carne, de la descendencia de David - vino a proclamar al mundo lo que los evangelios llaman el Reino de Dios o Reino de los Cielos, que en el AT es anunciado como la restauración del “Tabernáculo de David” (Amos 9:11) que estaba en ruinas. Que el Reino del Hijo de Dios/Hijo de David que anuncian los evangelios y el Tabernáculo restaurado de David son la misma cosa se confirma en el primer concilio de la iglesia (Hechos 15:15-17). Pero las autoridades judías rechazaron la autoridad y atributos divinos mesiánicos de Jesus/Yeshua como se dice en Juan 1:11:

“A lo Suyo vino y los suyos lo rechazaron”

Y los judíos eran “los suyos” por su linaje tribal, pero la totalidad del Reino de ISRAEL se compone de doce tribus. ¿Qué paso con las restantes? Si Jesús/Yeshua realmente es el Mesías de ISRAEL tiene que tener en cuenta a topadas las tribus, inclusive las llamadas “diez tribus perdidas” porque sin ellas no podrá ser restablecido el Tabernáculo de David, esto es, el Reino milenario. Tanto es así que cuando sus discípulos le preguntaron: ¿restaurarás el reino a ISRAEL en este tiempo? (Hechos 1:6) se estaban refiriendo a una entidad compuesta por todas las tribus de ISRAEL, las que componían el legendario reino davídico, y las que habían sido separadas como pueblo santo por YaHVéH en las laderas humeantes del Sinaí. Veamos entonces hacia atrás en la historia para ver lo sucedido al reino davídico original de doce tribus.

En el año 930 AC, luego de la muerte de Salomón, el reino de ISRAEL que había sido unificado por David allá por el año 1.000 A.C. se separo en dos reinos/familias/casas: Israel al norte y Judá al sur. El que tomó el nombre de “reino de Israel” - al norte -estaba formado por diez tribus lideradas por Efraín. También era llamado la “casa de Israel”. E inmediatamente de su separación este reino de diez tribus cayo en una pertinaz rebeldía a YaHVéH, volviéndose a la adoración de los dioses fenicios Baal y Astarté por incitación de sus reyes. Por esto fue juzgado mediante la palabra de los profetas Oseas y Amos condenando YaHVéH al cautiverio asirio a las diez tribus del norte cosa que se efectivizo en el 722 A.C.. Y cuando este imperio cayo las diez tribus lideradas por Efraín se perdieron entre las naciones, mezclándose con ellas. Pero el caso es que cualquiera que sea el de ahí debían de ser congregadas nuevamente a Sión para restaurar el reino de ISRAEL original, el Tabernáculo de David. Porque esa era la tarea prioritaria encomendada al Mesías (Isaías 49:6).

Ahora bien, se nos ha dicho que en los pasajes proféticos del AT en donde se lee “Israel” debe entenderse como una referencia a “la iglesia”, y que esta - la iglesia - “heredó” las promesas de YaHVéH a Abraham y su descendencia. Entonces parece que el río de la descendencia de Abraham que corría desde el AT, con aguas a veces rebeldes y turbulentas, de pronto se estanca y aparece en su lugar un nuevo “pueblo elegido” a partir de Jesus/Yeshua como flotando en un estanque nacido de otro manantial. Pero con seguridad que ese río antiguo, nacido del manantial de Abraham y Sara, debe de haber seguido corriendo a pesar de que la historia no lo recoge en sus páginas. El pueblo del evangelio, si fiera ajeno a la descendencia de Abraham, sería una especie de nenúfar, una flor de rara belleza y cautivante perfume aparecida de pronto en el Nuevo Testamento que extiende sus delgadas radículas hacia un fondo barroso que no termina de conectar con el del AT. Pero el pueblo del AT – ISRAEL – descendencia de Abraham y Sara, nacido de portentos y maravillas, se resiste a ser entendido solo como un “escalón” para llegar al pueblo “gentil” o un fracaso de elección de su Hacedor que apresuradamente debió de conseguir “otro” pueblo para ejecutar Su Propósito ante un rechazo inesperado de su primera elección.

En Isaías 54:5 se lee así sobre la relación de YaHVéH con su pueblo:

“Porque tu esposo es tu Hacedor,
el SEÑOR de los ejércitos es su nombre;
y tu Redentor es el Santo de Israel,
que se llama Dios de toda la tierra”.

¿Exageraba Isaías cuando revelaba esta estrecha relación de YaHVéH con ISRAEL, tan estrecha como la de un esposo y una esposa? NO, el profeta hubiera muerto si fuera necesario afirmando el amor eterno e indestructible de YaHVéH por ISRAEL. Sin embargo, según la “teología del remplazo” (1) debemos de aceptar hoy como pueblo de YaHVéH a quienes NO SON descendencia de Abraham y Sara. Esta incongruencia nos obliga a profundizar en las Escrituras en busca de una verdad hasta ahora no completamente explicada que supere esta paradoja. No es posible que el evangelio flote sobre un pasado el que extiende solo radículas. Si el Nuevo Testamento confiesa al mismo Dios que el AT debe de tener fuertes raíces, como las de un árbol ancestral que siempre ha dominado el paisaje con el pueblo santo del AT. A la búsqueda de esas fuertes raíces vamos, estudiando todo desde el principio.


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(1) la “teología del remplazo” afirma que Dios/Elohim – YaHVéH - “remplazó” a su pueblo del AT por “la iglesia” integrada por “gentiles”.


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Introducción al libro “Estruendo en las Naciones” que puede ser bajado gratuitamente.

"SOPLA EL GRAN SHOFAR"


Uno de los mayores sabios judíos - quizás el mayor - Rambam “Maimonides” escribe:

"Si él [el Mesías] reúne al remanente
disperso de Israel,
él es definitivamente
el Mashíaj."

Señalando cual es la principal obra que debemos esperar – y que esperan desde el judaismo - del Mesías de ISRAEL. Asimi
smo, una de las oraciones diarias del judaísmo - la décima bendición, en dieciocho - dice así:

"Sopla el Gran Shofar
para nuestra libertad

y alza la bandera
para reunir a los exiliados

y recogernos desde las cuatro
esquinas de la tierra.
Bendito eres Tú, Oh Señor,
que recoge
a los desterrados
de Tu pueblo Israel."

Oración Amida

Estas citas son claras acerca de lo que piensa el judaísmo mas profundo sobre la convocatoria del Israel disperso al final de los tiempos por parte del Mesías-Rey de ISRAEL.


Es a los israelitas dispersos a quienes JACOBO dirigió su carta escribiendo explícitamente: “á las doce tribus que están esparcidas, salud”. Lo que muestra que los “hijos de Israel(Efraín)” – las die
z tribus dispersas entre las naciones por mandato de YaHVÉH en el año 722 A.C. - estaban muy vigentes en el pensamiento de los apóstoles a pesar de haber sido extirpadas del cuerpo de ISRAEL 750 años atrás. Y hacia ellas fueron los “doce apóstoles del Cordero” según las instrucciones recibidas de su Maestro (Mateo 10:5-7). En coherencia con esto podemos leer en Lucas 2:10-11:

"No temáis; porque he aquí os doy
n
uevas de gran gozo,
que será para todo el pueblo:
que os ha nacido hoy,
en la ciudad de David,
un Salvador que
es Cristo el Señor"


Este pasaje dice que el evangelio "será para todo el pueblo". ¿Y cuál puede ser ese pueblo?: pues el pueblo de ISRAEL integrado por la “casa de Judá” y la “casa de Israel(Efraín)”.

Ahora bien, un rabino (del que infelizmente no guardé el nombre) afirma en un foro de Internet:

"En el Talmud hay referencias que cuando comience la Era Mesiánica muchos de ellos (refiriéndose a los israelitas perdidos en el exilio) aparecerán por un llamado interior, y es evidente que algunos ya están apareciendo"

Estamos cerca del tiempo de ese llamado interior "que hará volver el corazón de los hijos hacia los padres" (Malaquias 4:6). En Juan 10:3-4 se lee:

"...las ovejas oyen su voz;
y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.
Y cuando ha sacado fuera todas las propias,
va delante de ellas; y las ovejas le siguen,
porque conocen su voz."
.
Dios lee los corazones y habla en ellos. Oremos para que en los días de "nublado y oscuridad" que se aproximan seamos dignos de escuchar esa voz salvadora en medio del sonido estremecedor de la guerra, la destrucción, y los fenómenos naturales aterradores a nuestro lado. Así como Elías escuchó el susurro apacible luego de la terrible tempestad que quebraba las peñas, el terremoto y el fuego.

Y de ese modo - al sonar del shofar y el silvo apacible -
los "elegidos y fieles" que hayamos quedado vivos vamos a ser transformados en un abrir y cerrar de ojos, y nos uniremos en los cielos con los que "durmieron en Cristo" (que resucitarán primero). Y así asistiremos juntos a "la cena y las bodas del Cordero". Y luego de esta celebración, llena de un gozo inefable, en donde todos los santos seremos contemporáneos cruzando el testimonio de los siglos, volveremos a Sión detrás del Jinete del caballo blanco con cuerpos resplandecientes.

Y seremos de nuevo la Esposa eterna y fiel de YaHVéH, así como Oseas tomó de nuevo como esposa fiel a la descarriada Gomer. Y Sión se cubrirá de diademas por la presencia de todos los santos del Altísimo (Isaias 60:21-22). Y se ceñirá de ellos como novia:


" Alza tus ojos alrededor, y mira:
todos éstos se han reunido,
han venido a ti.
Vivo yo, dice YaHVéH,
que de todos,
como de vestidura de honra,
serás vestida;

y de ellos serás ceñida
como novia".
(Isaías 49:18)
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